¿Si volviera a nacer qué elegiría ser mujer u hombre? Piénselo bien, tómese su tiempo. Ojalá un día sea impensable hacerse esta pregunta. La desigualdad es sana, pero no la injusticia. Antes de tomar una decisión, merece la pena darse un paseo por la prensa. Con datos del 2007, el salario bruto medio de los hombres en España superaba en un 34% al de las mujeres por las mismas acciones y similar preparación. Las mujeres se enfrentan a trabajos peor remunerados y jornadas más parciales según datos ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística.
Sin embargo, esta vez me siento orgullosa de esta autonomía, al menos por los datos. Por una vez, no estamos en la cola. Por lo visto, donde menos desigualdad existe es en Canarias y Extremadura: ellas cobran el 85% y el 82,9% de lo que cobran los hombres. A ver… seguimos sin cobrar lo mismo, pero es menos la diferencia.
Todo esto se vincula a que las mujeres ocupan menos puestos de gestión y dirección con respecto al hombre, a pesar de que su preparación sea mayor o mejor. La mujer es la que primero renuncia cuando hay vida familiar y ante esta situación, la carrera profesional se ve interrumpida. Lo otro, suele ser una apuesta segura. Cierto es que se han movido fichas, pero queda mucho que andar.
Pero ser mujer es fácil en el mundo occidental. Para muestra un botón. Hoy irrumpió el absurdo ante el televisor, un planteamiento surrealista. Les cuento:
En Francia, una propuesta de ley propone exigir a todas las fotografías de mujeres que aparezcan publicadas que si han sido retocadas con el famoso santo del siglo XXI deben decirlo. Es decir, tiene que aparecer una anotación que diga “Esta fotografía ha sido modificada por el santo del siglo XXI”. Sí, sí, el santo que ha hecho más milagros que en veintiún siglos de santoral. ¿No saben de quién hablo? Pues de San PHotoShop. Sí ese, que consigue que se te vayan las patas de gallo, que te quite la celulitas, los kilos de más, los centímetros de cartucheras, las manchas de la vejez. Vamos que permite crear el cuadro perfecto de Dorian Grey. Por lo visto, el efecto de estas fotografías están vendiendo ideales y no realidades. Se abre la veda a una lucha estética que en ocasiones cae en enfermedades físicas y psíquicas por perseguir el canon de belleza de nuestro siglo. Un canon que está más cerca de lo virtual, que de la realidad.
Pero como les decía, en otros lados, ser mujer tiene aún más pero y el absurdo se daba hoy en las planas de prensa. En Irán, prohíben los maniquís en los escaparates. La policía iraní ha enviado circulares a las tiendas de Teherán para advertir que se inhiban de tener maniquíes femeninos sin cubrir la cabeza ni ocultar las curvas.
En ambos países, en uno el exceso y en otro el defecto. La novelista Dulce Chacón, por la que ya he manifestado mi simpatía, dijo en una ocasión “Acostumbrarse es otra forma de morir”. Así que lo peor que podemos hacer es acostumbrarnos. Betty Friedan, premio Pulitzer y una de las pioneras de los derechos de las mujeres ya adelantó “El peor enemigo de las mujeres es su abnegación”,
Y ahora si tuviera que contestar a la pregunta que le hacía al inicio de este editorial, supongo que se quedaría igual sin respuesta porque tampoco merece la pena pensarlo. Porque sí existe la diferencia sexual, pero no debe existir la diferencia de género. Eso responde a un invento humano.
Bienvenidos a Recovecos.
En los Mandos Rubén García y al micrófono quien les habla, Natalia Guillén
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2 comentarios:
Si yo volviera a nacer, pediría ser persona. ¿no es poco verdad?.
Buen editorial Natalia.
En primer lugar elegiría una sociedad igual y en segundo lugar y solo así, no me importaría el sexo.
De momento, las estadísticas también indican que el 58% de los universitarios son mujeres aunque luego esos puestos de dirección y máxima responsabilidad sean ocupados por hombres, quizás esas mujeres deban reconocerse y poder así cambiar esta situación, aparentemente inexplicable.
Este verano me contaron el cuento de la mariposa azul y decía así:
Había un viudo que vivía con sus dos hijas curiosas e inteligentes. Las niñas siempre hacían muchas preguntas. A algunas de ellas, él sabía responder, a otras no...
Como pretendía ofrecerles la mejor educación, mandó las niñas de vacaciones con un sabio que vivía en lo alto de una colina.
El sabio siempre respondía a todas las preguntas sin ni siquiera dudar.
Impacientes con el sabio, las niñas decidieron inventar una pregunta que él no sabría responder.
Entonces, una de ellas apareció con una linda mariposa azul que usaría para engañar al sabio.
-¿Qué vas a hacer?-preguntó la hermana.
-Voy a esconder la mariposa en mis manos y preguntarle al sabio si está viva o muerta-
-Si él dijese que está muerta, abriré mis manos y la dejaré volar. Si dice que está viva, la apretaré y la aplastaré.
Y así, cualquiera que sea su respuesta, ¡será una respuesta equivocada!-
Las dos niñas fueron entonces al encuentro del sabio, que estaba meditando.
- Tengo aquí una mariposa azul. Dígame, sabio, ¿está viva o muerta?-
Muy calmadamente el sabio sonrió y respondió:
-Depende de ti... Ella está en tus manos.
Un beso Natalia. Gracias por tu editorial, yo te dedico este cuento.
Ángeles
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