jueves, 19 de marzo de 2009

Editorial Miércoles, 18 de marzo de 2009


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Este editorial es parido con dolor y aberración ante mensajes formulados que lejos de estimular, soliviantan.
Estos días he recurrido a la memoria y hoy, como por casualidad, cayó en mis manos un libro de un joven asesinado en la cárcel que dejó como por azar una nota dentro. Era un libro endeleble que se resistía a morir. Dentro había dibujado a Julio Verne y había copiado un billete de cien pesetas. Y quizás, dije quizás porque será esto lo que tratarémos en la tertulia de hoy lo que algunos denominan inteligencia emocional. Lo cierto es que ese amasijo de hojas que disertaban sobre la memoria contenían algún fragmento resaltado, pero además escondía una nota que entendí, estaba esperándome.

Con frecuencia me empecino en razonar que el destino no existe, pero la vida se obseca en colocar las casualidades en mi camino.

Saqué aquella nota que contenía una frase que aún retumba en mi cabeza y que ha dado entrada a este parto de hoy miércoles 18 de marzo. Aquel joven del que sólo sé que se llamaba Luis y que nunca fue padre escribió: “Solo hay dos tipos de memoria: la práctica y la verbal. Esta última sólo se ejercita leyendo” Pues como una dardo en mi cabeza ha seguido pululando esa palabra en mi conciencia.

No les voy a negar que mi curiosidad no ha parado. Luis apareció hoy en mi vida, pero probablemente porque tenía algo que contar. Supongo que quizás uno de sus delitos fue vivir fuera de época.

Y así, Luis me trajo la memoria y a un amigo que anda por estos lares y que siempre me recordó que es la memoria la que alumbra la Literatura.
Y dentro de esos tropiezos con las casualidades, me estrellé con la actualidad, la que parece estar fuera de época y me pegué con la falta de memoria. La única culpable de esta desazón con el que arranca el programa de hoy.

En mi memoria irrumpió un pupitre y un Libro de aquellos que alimentan la memoria verbal. Recordé un fragmento que se taladró en mi cabeza como mordidas de ratones por todo el cuerpo. Luis Martín Santos me trajo "Tiempo de silencio". Sólo tenía 17 años y me avergonzaba de lo que era capaz de hacer la sinrazón:

aborto practicado por un mago

Después de esto, de tantas muertes, de tantas indecencia por apariencia, de tantos errores, de tanta doble moral, de tanto estupor. Me encontré con la publicidad, con el arma del consumo. Y entonces me horroricé aún más si cabe: porque pensé hasta que punto hemos llegado: ¿la moral necesita hacer campaña publicitaria? ¿Qué es moral?.
Perdón, horrores la propaganda ya era un invento del Barroco.

Y como el día depara más sorpresas de las necesarias escuché los vientos de África y me asaltó una pregunta ¿qué pasará por la cabeza de aquellos misioneros que luchan día a día, mejilla con mejilla contra la muerte de inocentes?. Y fue entonces irrumpio el silencio,

…aunque realmente queridos oyentes no sea tiempo para estar callado. La memoria verbal se contruye leyendo. Los que permanecen en otra época que guarden silencio.

Gracias Luis por tu mensaje, aunque nunca supieras que me lo habías mandado a mí y a todos los que hoy escuchan. Viviste fuera de época, pero incluso hoy también se vive, fuera de tiempo.
Esto es Recovecos y quien les habla Natalia Guillén.

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