viernes, 20 de marzo de 2009

Tiananmen, 4 de Junio de 1989.









La imagen: Un hombre con camisa blanca, pantalón negro y una bolsa de plástico en la mano izquierda. Da la sensación de estar de paso, de venir de la compra. Frente a él, una fila de tanques se amontona.

El lugar: Avenida de Changan, Pekín, vía de acceso a la plaza de Tiananmen (la más grande del mundo). Los hechos se desarrollan el día 4 de Junio de 1989. En las últimas 48 horas, el ejercito ha aplastado con los tanques al frente, una revuelta popular de universitarios, docentes, trabajadores, escritores, intelectuales y periodistas que pretendían más dominio de sus vidas y un sistema político pluralista.
Los hospitales están desbordados de mutilados, heridos, quemados y muertos.

Pero volvamos a la foto, a ese héroe, hasta el día de hoy (19 años después) anónimo. Esta foto que dio la vuelta al mundo, es un fotograma de una película histórica, histérica, desesperada y real, muy real. Esos mismos tanques han asesinado a mucha gente en los días previos (cumplían ordenes del gobierno), pero al enfrentarse al individuo, no se atreven a seguir su marcha. Paran e intentan esquivar a esta persona, pero él se lo impide. La escena termina con el hombre subido al tanque hablando con su piloto. La razón parece sobreponerse a la fuerza. Él está armado. De conciencia, más poderosa que el ejercito más fuerte del mundo, y por supuesto gana su batalla. Su imagen, es la imagen de los que creemos que el mundo no se hace a la fuerza. Su imagen perdura en la memoria histórica. Él gana.

Cual fue el destino de este nuestro héroe anónimo lo ignoramos, pero jamás podremos ignorar ese gesto tan individualmente colectivo. Él era millones de nosotros y nosotras. Ese 4 de Junio, atestiguó que otro mundo mejor es posible, y depende de ti y de mi.

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