Izquierda: “Inocencio X”, de Velázquez. Derecha: una de las versiones de Francis Bacon.
Bacon es considerado uno de los maestros de la descripción de la figura y de la cara humanas del siglo XX. A partir de fuentes fotográficas, Bacon distorsionó y desmembró el retrato de Velázquez, empleando empastes vigorosos y pinceladas violentas.
El otro material fuente de Bacon para la serie de unas 40 pinturas del Papa incluye una escena de la película de 1925 de Sergei Eisenstein, El Acorazado Potemkin, donde se representa el primer plano de una enfermera herida en Odessa, con la boca abierta y la cara sangrienta acribillada de cristales rotos. Esta imagen agonizante con el grito silencioso se convirtió en un primer motivo para las caras distorsionadas y desmembradas que aparecen en las obras de Bacon y fue empleada con gran efecto en los Papas. En el Estudio de Inocencio X, la cara sufriente contiene los rastros de las gafas rotas de la enfermera, mientras que el impasto vigoroso y las pinceladas violentas de la cara y de la figura transportan la angustia de la violencia humana. Levantado en un trono y plataforma, el Papa de Bacon se presenta como figura integral por primera vez en la serie. A la manera de sus pinturas de los años 60, la herramienta expresiva principal de Bacon es la densamente texturada y contorsionada figura.
A pesar de saberle entronizado en el cuadro original por los pinceles del maestro sevillano, decide ubicarlo en medio de barandillas curvas que alejan y aprisionan, que condenan al retratado, que lo aíslan y confinan. Es su particular sentencia. Al igual que fijar las manos a los extremos de los brazos de tan particular trono y, definitivamente, extender el velo vertical de pinceladas que trazan más sombra que luz sobre una figura en explosión. Simbólico año, 1953, el de la muerte de Stalin, para dictar sentencia en proceso estético contra otro tirano.
(Texto extraído de: blog.goldini.com y de revistadearte.com)
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